2010-06-15 08:07:27 UTC
Esa mañana la actividad alrededor de la plaza principal de la ciudad era intensa, había una manifestación de desempleados y ya desde tempranas horas tenían ocupada la plaza y los alrededores de ellas. Cándido, observando todo, estaba recostado a uno de los postes de alumbrado de la plaza. Tenía rato observando a los manifestantes, pero como era de gran corazón estaba maquinando la idea de ver como hacía para brindarle ayuda por lo menos a esas personas.
Tenía un pequeño taller de herrería y pensó que, aunque fuese temporalmente, podía reportar a dos de esas personas. La cantidad no podía ser mayor por que su nomina era baja, la edificación era pequeña y la cantidad de trabajo que producía también.
Se fijó con atención en los manifestantes que estaban cerca pues deberían ser jóvenes preferiblemente y algo musculoso por que el trabajo así lo requería. Llamó a dos de ellos:
-¡Hey!¡Hey!¡Ustedes dos ¡ El de camisa azul y el de franela roja manga corta!
-¿Nosotros? –preguntaron extrañados los dos señores, al mismo tiempo que con las manos hacían señas hacia ellos mismos.
-¡Claro que si, Uds. dos! –le reafirmo Candido.
Cuando los dos señores se acercaron lo suficiente, Ponciano se decidió a plantearles el plan que tenía en mente:
-Señores miren, yo tengo un pequeño taller de herrería por allí por los lados de Sabaneta, no es muy grande, pero como veo que están manifestando por no tener trabajo, decidí llamarlos por que les puedo dar trabajo a ustedes dos por un tiempo. ¿Qué les parece?
-¡Esto es increíble señor!!¡En esta manifestación vienen como diez mil desempleados y vos te tenéis que antojar de nosotros!!!!!Que bárbaro!!!! –contestaron a dúo los señores.